¿A quién quieres más, a tu padre o a tu madre?
Esta es una de las cosas que me preguntó la periodista del Día de La Rioja, aunque no literalmente, como dirían los adolescentes.
Pero el concepto es el mismo: si tuvieras que elegir, ¿con qué te quedarías, ciencia o música?
Es en estas ocasiones cuando me doy cuenta de lo bonito que es no tener que elegir. Quedarte con todo. Ciencia, música, teatro, improvisación, escritura… mientras corra sangre por estas venas no pienso renunciar a nada que me haga feliz.
Y aun así, me mojé. Música. Tampoco fue difícil. La ciencia me apasiona, pero la música forma parte de mí.
Quizá por eso, cuando empecé con esto del teatro, la divulgación y la comedia, tenía claro que el piano estaría presente. Y eso es justo lo que cuenta este artículo.
Está a punto de cumplirse un año del estreno de «Acorde a la ciencia», mi espectáculo en el que cuento la ciencia que hay en la música, y en este año (mucho más si cuento los meses previos en los que me pegué un currazo ingente para escribir, pulir, ensayar y aprenderme el repertorio) me han pasado un montón de cosas increíbles. Estoy agotado, eso también es verdad. Agotado como hace tiempo que no lo estaba (el trabajo y las extraescolares llevan un par de años sin darme tregua) pero feliz. Y vivo.
Por eso, que una periodista haya querido contar mi pequeña historia me hace muchísima ilusión. Y cierto pudor, también. Mola mucho que te reconozcan, que quieran saber de ti, que se interesen. Mola el reconocimiento, por supuesto. Pero la exposición da miedo y respeto. Y ojo, es también una responsabilidad. Pero cuando una rueda grande empieza a girar y a ganar inercia, ya no hay quien la pare.
Poco a poco. Pasito a pasito, voy haciendo cosas muy bonitas.
Porque la vida, querid@ lector, es hacer cosas.
Y aquí, el artículo en cuestión: leer artículo.